Ir al contenido principal

"La hija de un lobo estepario"



Mi padre era un lobo que un día decidió separarse de su manada. Se fue a la estepa... y así es como un hombre joven, guapo, rubio con los ojos azules y soñador emprendió el camino de sus sueños y llegó a Madrid, con tan mala fortuna que al poco estallo la Guerra Civil.... pero eso es otra historia.

En su deambuleo entre la nueva manada que se configuró en la posguerra, en una tierra devastada, una hembra le atrajo demasiado y sucumbió. Esa hembra es mi madre. 

Me crié a las afueras de una ciudad pequeña, en la frontera con el campo, los huertos y trigales y solares vacíos, pequeños barrancos donde en el futuro habría casas... sin escuela infantil de niñas, en la calle, con un perro lobo que se llamaba "Rocco" y las "conversaciones" con mi padre, que por lo que me han contado empezaron antes de que yo aprendiera a hablar. 

Me contaba muchas historias y comparaba a los hombres con los lobos y ponderaba la nobleza de este animal, "por su fuerza en la soledad y su lealtad al grupo", valores en los que me educó. En la TV veíamos la serie de Rodriguez de la Fuente, "El Hombre y el Lobo" y así llegó un día que me dijo que él era un "lobo estepario" y me dio a leer el libro de H. Hesse. Yo era muy joven y lo entendí a medias. Mas tarde, cuando yo misma muy jovén abandone mi manada y con mis sueños en la mochila emprendí el camino a la estepa... también llegué a Madrid!. Entre mil advertencias y consejos me dijo: "Y no olvides que eres mi hija y siempre te protegeré"

Mas tarde, algunos años después,  releí esa obra y lo supe. Supe lo que mi padre me quiso decir, le comprendí y el vínculo sigue en pié, el símbolo del lobo es lo que con él comparto, mis manos se parecen mucho a las suyas y es lo que soy "la hija de un lobo estepario" y así ha transcurrido mi vida compartida en una manada, hasta ahora.... que vuelvo "a las estepas", a soñar en libertad

Comentarios

Publicar un comentario

Gracias por tu aportación

Entradas populares de este blog

No estoy muerta, estoy callada

Desde mediados de febrero mi hijo, que vive en Estados Unidos, empezó a recibir mensajes de personas desconocidas, dándole el pésame por mi muerte.  Pensamos que podría tratarse de una broma macabra y le pedí que me enviara los mensajes; entre los remitentes reconocí a algún ex compañero de Partido. Me resultan despreciables este tipo de bromas agresivas y pensé en escribirles algo. Al cesar los mensajes se calmó mi rabia. Hace unos días me encontré con uno de ellos en la terraza de un bar y fue una escena alucinante. Esa persona me consideraba muerta, había escrito un mensaje precioso a mi hijo sobre su afecto hacia mí, su reconocimiento y había lamentado mi pérdida y se lo comentó a otros compañeros del Partido. Cuando se acercó a mí me dijo: «perdone señora que la mire tanto, es que se parece usted muchísimo a una amiga mía que ha fallecido, se llamaba Carmela». Cuando me quité la mascarilla casi se cae al suelo, se llevó una gran sorpresa, imaginaros, yo resucitada. Me dijo

EL CISNE DE PAPÁ (cuento)

Cuento del cisne de papá. Cuando tu papá era chico, muy chico aún, le regalaron un pollito amarillo, su primer plumaje. Se lo pusieron en sus pequeñas manos que temblorosas lo acogieron  y el pollito se acurrucó en ellas, se refugió de su miedo y al rato estaba dormido. Papá lo mantuvo un rato tranquilo y le intentó dar de comer. Prometió hacerse cargo de sus cuidados y nos lo  llevamos a casa. Una vez allí le dimos su espacio, fuera de la habitación porque no era un peluche. Los tres primeros días presiento que fueron un tormento para el pollito que ya tenía su nombre propio “pollito”; a todas horas lo cogía para introducirlo en sus juegos, lo colocaba en sus castillos, no mezclaba con los peluches, le hacía interactuar con los Playmobil, etc. Los abuelos le fueron enseñando a cuidarlo, a dejarlo vivir y que creciera, que más adelante podría jugar con el pollito, cuando éste se hiciera un poco mas grande  y más fuerte. “Pollito fue relegado a su espacio; cuidado,  alimentado y mir

El Cuento del «Día de la Abuela»

En mi última visita a mi nieto, para argumentar el motivo por el que organicé un día a solas con él, me inventé «una tradición»; cosa que respetan mucho en la familia materna. Les dije que nosotras, las abuelas españolas que vivimos con libertad y autonomía, dedicamos un día al año a los nietos; desde el desayuno en un local público hasta dejarlos en su cama a dormir. Cuando son pequeños les acompaña el hijo o hija de la abuela; cuando son mayorcitos no. Más tarde depende de la relación que tengamos con ellos. Las actividades del día se programan con antelación, atendiendo a los deseos y motivaciones que van diciendo los nietos.  (Casi siempre se  incluye visitar un «paraíso de juguetes», con objeto de hacerles un buen regalo, cumplir sus deseos.) A nuestros nietos dedicamos todo el día, pero los cuidan  y atienden sus necesidades sus progenitores, nosotras solo queremos disfrutar con ellos y dedicarles todo el amor que nos queda. Los nietos, después de flipar un día entero, vuelven a