Los Relojes Blandos, Salvador Dalí |
Tengo un amigo que afirma que en Sevilla el tiempo transcurre mas deprisa que en el resto del mundo, que por eso tiene un color especial. Que pasan las horas sin completarse, que nos están robando el tiempo sin que nos demos cuenta y no es el único que se refiere a esta anomalía, que sin explicación alguna, experimentan.
Desde que me lo dijo llamó mi atención sobre el tema y he venido observando “el fenómeno” y creo que, efectivamente, “algo” nos entretiene de tal manera que perdemos la noción de nuestra propia existencia, perdemos la noción del tiempo. Indica que tenemos en la cabeza cosas que ocupan nuestra mente, que le quitan importancia al tesoro más valioso que tenemos, el presente, vivir y sentir el ahora siempre, por lo que se hace aconsejable que tengamos cuidado de no contaminar nuestros pensamientos y recorrer el camino, disfrutándolo cada instante.
Esta afirmación la comparto con jubilados y personas sin empleo, a las que es corriente oír ¡como pasa el tiempo! lo que apunta en la dirección de que hay circunstancias de inactividad o pasividad que “abren a otra dimensión” una oportunidad para explorar espacios desconocidos. Para entrar en uno mismo.
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