En mi última visita a mi nieto, para argumentar el motivo por el que organicé un día a solas con él, me inventé «una tradición»; cosa que respetan mucho en la familia materna.
Les dije que nosotras, las abuelas españolas que vivimos con libertad y autonomía, dedicamos un día al año a los nietos; desde el desayuno en un local público hasta dejarlos en su cama a dormir. Cuando son pequeños les acompaña el hijo o hija de la abuela; cuando son mayorcitos no. Más tarde depende de la relación que tengamos con ellos.
Las actividades del día se programan con antelación, atendiendo a los deseos y motivaciones que van diciendo los nietos.
(Casi siempre se incluye visitar un «paraíso de juguetes», con objeto de hacerles un buen regalo, cumplir sus deseos.)
A nuestros nietos dedicamos todo el día, pero los cuidan y atienden sus necesidades sus progenitores, nosotras solo queremos disfrutar con ellos y dedicarles todo el amor que nos queda. Los nietos, después de flipar un día entero, vuelven a casa con un buen regalo conmemorativo.
Les gustó el cuento, se lo creyeron y hablaron de ello en nuestra ausencia. Menos mal que a mi hijo se lo comenté y en el interrogatorio que nos hicieron al regreso explicó, en perfecto ingles, la «tradición», a la que añadí que era el momento de dejar atrás los juguetes caducados. Ayan ya sabía de esta condición y habíamos acordado cuales serían en esta ocasión
Con esta excusa el programa que le ofrecí a Ayan, mi nieto, que vive en Georgia, acompañado de su padre, mi hijo, incluía una visita al «Mundo LEGO». Estuvimos allí más de cinco horas y ni el padre ni el hijo mostraban signos de cansancio. A la hora de comprar el LEGO, con decenas de opciones donde elegir, Ayan no sabía ni por donde empezar el recorrido. Descubrió un Ninjago, al poco otro más, aviones, motos naves espaciales y artefactos desconocidos para mí, llegó a la estantería dedicada a los Ninjago, el crío flipando, tuvo que ir descartando unos cuantos para quedarse finalmente con dos y tomar una decisión, dejar a uno de ellos en el mundo de los sueños y los deseos.
Así fue aparentemente, porque yo adquirí los dos, ocultando el descartado que más tarde me permitió darle otra sorpresa: que los deseos se cumplen, que los sueños son posibles y darle las buenas noches con un beso. A su lado los dos Legos.
Quedamos para celebrarlo nuevamente dentro de un año.
Carmela Galvez, Febrero 2022
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