martes, 16 de agosto de 2022

EL CISNE DE PAPÁ (cuento)

Cuento del cisne de papá.


Cuando tu papá era chico, muy chico aún, le regalaron un pollito amarillo, su primer plumaje. Se lo pusieron en sus pequeñas manos que temblorosas lo acogieron  y el pollito se acurrucó en ellas, se refugió de su miedo y al rato estaba dormido.


Papá lo mantuvo un rato tranquilo y le intentó dar de comer. Prometió hacerse cargo de sus cuidados y nos lo  llevamos a casa. Una vez allí le dimos su espacio, fuera de la habitación porque no era un peluche. Los tres primeros días presiento que fueron un tormento para el pollito que ya tenía su nombre propio “pollito”; a todas horas lo cogía para introducirlo en sus juegos, lo colocaba en sus castillos, no mezclaba con los peluches, le hacía interactuar con los Playmobil, etc. Los abuelos le fueron enseñando a cuidarlo, a dejarlo vivir y que creciera, que más adelante podría jugar con el pollito, cuando éste se hiciera un poco mas grande  y más fuerte. “Pollito fue relegado a su espacio; cuidado,  alimentado y mirado con frecuencia. Empezaron a salirle sus primeras plumas, cinco o seis, blancas; se puso feo y destartalado, pero fuerte. Andaba suelto por la azotea y papá dejó de prestarle atención.


Un día, por accidente, papá casi lo aplastó con una puerta y nos dimos cuenta de que aquel pollito iba a tener una vida desgraciada y propusimos llevarlo al estanque del parque de María Luisa, en el que había patos, cisnes y otros animales y quedaba cerca de la guardería. Cada día podríamos ir a visitarle y así lo hicimos.


Íbamos al estanque casi diario, vimos crecer a “pollito”, le salieron muchas plumas  blancas. Le llevábamos comida de sobra, por si otros pollitos, más fuertes, le quitaban parte de la suya y así transcurrieron unos días, hasta que dejamos de verlo. 


Los días siguientes a su desaparición esperábamos inútilmente en la orilla a “pollito”, le dábamos la comida a un montón de patitos que acudían en cuanto llegábamos y un día, de repente, apareció ante nosotros. ¡Se había convertido en un cisne! que se acercó a la orilla y pareció saludarnos. Quedó quieto unos instantes en los que la mirada de papá y la suya se encontraron. ¡Saltó una chispa!. El cisne volvió con sus amigos y nosotros volvimos a casa.


Desde entonces en los sueños de papá hay un cisne. Aprendió mucho de él: la ternura, el respeto, la paciencia y el desapego. Espera encontrarlo algún día. Ese era su deseo. 


(Agosto 2022)


Dedicado a Ayan (*)

(*) El neoyorkino que lleva mi sangre.

 


domingo, 10 de abril de 2022

No estoy muerta, estoy callada


Desde mediados de febrero mi hijo, que vive en Estados Unidos, empezó a recibir mensajes de personas desconocidas, dándole el pésame por mi muerte. 

Pensamos que podría tratarse de una broma macabra y le pedí que me enviara los mensajes; entre los remitentes reconocí a algún ex compañero de Partido. Me resultan despreciables este tipo de bromas agresivas y pensé en escribirles algo. Al cesar los mensajes se calmó mi rabia.


Hace unos días me encontré con uno de ellos en la terraza de un bar y fue una escena alucinante. Esa persona me consideraba muerta, había escrito un mensaje precioso a mi hijo sobre su afecto hacia mí, su reconocimiento y había lamentado mi pérdida y se lo comentó a otros compañeros del Partido. Cuando se acercó a mí me dijo: «perdone señora que la mire tanto, es que se parece usted muchísimo a una amiga mía que ha fallecido, se llamaba Carmela». Cuando me quité la mascarilla casi se cae al suelo, se llevó una gran sorpresa, imaginaros, yo resucitada.


Me dijo que se había enterado de mi muerte por el periódico, el Diario de Andalucía, en el que Manuel Gracia había publicado un artículo. Dicho artículo apareció el día 24 de enero. Menciona a una secretaria, sin decir su nombre (era yo) y me incluye entre los muertos, a quienes dedica unas líneas. 


Cuando el Señor Gracia se incorporó a la junta de Andalucía, en la que yo llevaba varios años, desde 1978, al principio del proceso preautonómico, me incorporaron a su equipo, hasta que pase a formar parte del gabinete del Presidente de la Diputación de Sevilla. Soy testigo de excepción de la metamorfosis de un docente a un indecente y quizás sea ese el motivo por el que quiere aislarme, eliminarme. O quizás, como ya es viejo, le ha traicionado el subconciente y efectivamente, de manera simbólica, fue el ejecutor de la orden de Susana de eliminarme (matarme) de la organización del Psoe de Sevilla, donde he prestado mis servicios como fotógrafa durante diez años. Me eliminaron siendo él el presidente de una gestora compuesta por más de 60 miembros, la más numerosa que yo había visto en todos los años de militancia en el Partido, estaban todos representados, todas las familias, todas las facciones, los amigos y enemigos, todos serían recompensados. Me echaron.


Esto sucedió precisamente cuando mi compañero Paco Carreño, después de 40 años de convivencia y padre de mí un único hijo falleció. No pude reaccionar como era mi costumbre cada vez que me represaliaron. Era fuerte y no podían conmigo.Yo tenía razón y sabía muchas cosas. Gozaba de la confianza de muchas compañeras y compañeros. El dolor que inundaba mi ser me paralizaba.


A mí me gustaría que se supiera que no estoy muerta, que estoy callada. Que guardo en el desván de mi memoria los hechos vividos, las emociones recordadas, los sueños y los desengaños que me hacen ser lo que soy. Me gustaría que se supiera que no he muerto, solo me he transformado. Me he convertido en una «tejedora». El material que empleo son hilos de lana o algodón con los que hago prendas, gorros, bufanda y complementos y también uso las palabras, con las que hago frases, tejiéndolas en relatos, escribo cuentos y me comunico por las redes sociales.


He escrito mi primer libro: ´«La Sirena del Bosque» y he empezado a escribir el segundo, que sitúo en Granada a finales de los años 60. 


Gozo de buena salud, hago ejercicio y cuido mi alimentación, bajo la supervisión de mi hijo, el doctor Carreno Galvez, que agradece las palabras de aliento que recibió de mis excompañeros


lunes, 14 de marzo de 2022

Fracaso escolar


Fracaso escolar


En mi caso mejor diría que soy «un fracaso del sistema educativo español»,  porque mi infancia transcurrió en una etapa oscura de la historia de España; me refiero a los años posteriores a la Guerra Civil, cuando el golpe de estado franquista arrasó los avances sociales, sobre todo en materia de educación, que se habían logrado durante la Segunda República. Yo mandaría al fuego eterno a todos los ministros de educación que durante décadas adoctrinaron a la infancia, con dogmas y consignas de corte fascista.


Que el sistema fracasara conmigo es algo de lo que a partir de un momento dado pude alegrarme. No fui instruida; como consecuencia tampoco adoctrinada. Los maestros y profesores pasaban de mí. No recuerdo a ninguno que me prestara la más mínima atención si no era para reprenderme. La peor experiencia que recuerdo es el curso que estuve en un colegio de monjas, la Compañía de María, con menos de ocho años; recuerdo castigos humillantes y palabras de desprecio hacia mí. Una de las monjas parecía perseguirme constantemente. Dos alumnas mayores, hijas de «Buena familia», que odiaban a las monjas, se encargaban de protegerme. También me enseñaron algunas cosas. A una de ellas la expulsaron del centro por mala conducta. Al año siguiente yo no fui admitida en la cuota de los pobres, porque no había plazas. No tuvieron que expulsarme.


El único colegio cercano a mi casa era de carácter privado, exclusivo para niños hijos de ferroviarios; las niñas no eran admitidas. Era el centro donde se distribuía la leche en polvo procedente de USA. Cada mañana, a la hora del recreo, una fila de niñas con un cacito en la mano, entrábamos al patio donde nos servían tantas tazas como pudiéramos beber allí mismo. A continuación abandonábamos el centro, en tanto que los niños reanudaban las clases.


Las niñas volvíamos a casa ayudar en las tareas domésticas, algunas, las menos, pasaban el día deambulando por el barrio, hasta la hora de comer. Yo era de estas pues mi hermana mayor se encargaba de las faenas de la casa. A mí me mandaba a los recados, a las tiendas de ultramarinos, la pescadería, la lechería, etc. y así entretenía mi tiempo.


Fui aprendiendo a leer y a escribir con la ayuda de mi padre, que me incorporaba a la mesa donde mis hermanos hacían los deberes escolares y me hacía participar. Seguía el ritmo del aprendizaje, sin evaluaciones, progresaba incluso más rápido que mis hermanos.  Lengua, dictados, ortografía, redacciones, lectura eran las materias que más me gustaban. Cálculo no pude, no llegue a tiempo a los números; es una de mis taras que felizmente la resuelve una máquina: La calculadora. 


Lo que yo no sé es resolver problemas matemáticos y a veces no tengo más remedio que afrontar alguno.


Marzo, 2022


lunes, 28 de febrero de 2022

Nada que celebrar

28 F, DÍA DE ANDALUCÍA


Nada que celebrar, la lucha continúa.


En otros tiempos un día como hoy lo celebraba por todo lo alto. Los días previos los vivía con mucha excitación. Me reunía con compañeros y compañeras del partido en el que militaba, el PSOE, para organizar eventos por doquier. 


La actividad era frenética porque se trataba de procurar la presencia en los actos de los líderes destacados, coordinar sus agendas y siempre previsto un plan B, pues bastantes de ellos tenían más compromisos que atender y podían fallar a última hora. Los carteles, los eslogan, pegatinas, y demás objetos publicitarios eran cuidadosamente elegidos. “Por derecho”, “Andalucía nuestra”, son los que más impacto hicieron al principio. Miles de banderas blancas y verdes expuestas en balcones y farolas. 


Era una fiesta en la que celebrábamos las conquistas del pueblo andaluz, su lucha para salir de la postración a la que estábamos sometidos por un régimen fascista. Cada año un pasito más….Y sin apenas haber logrado los objetivos, hemos llegado a la nada. 


Nos han arrebatado años de lucha, han roto mi sueño; por el que he dado más de la mitad de mi vida, dedicando todo mi tiempo a la militancia política, desde la base, en agrupaciones de barrio. Codo a codo con hombres y mujeres honrados y valientes, a contracorriente de los cargos orgánicos proclives a los cambios indeseables que nos han traído al estado actual.


Hoy no tengo ganas de celebrar nada. Nos han arrebatado hasta el tablero donde jugábamos. Estamos al principio y los jóvenes están emigrando. He pasado página, he dejado en «el desván de mi memoria» los mejores momentos vividos y en «la puerta del olvido» los sinsabores que padecí.


En la nostalgia de otros tiempos, revisando fotos antiguas, he rescatado esta. Dos excompañeros de partido que todavía merecen mi respeto y admiración.


Odón Elorza y Pérez Tapias


28 de Febrero 2022

viernes, 11 de febrero de 2022

El Cuento del «Día de la Abuela»




En mi última visita a mi nieto, para argumentar el motivo por el que organicé un día a solas con él, me inventé «una tradición»; cosa que respetan mucho en la familia materna.


Les dije que nosotras, las abuelas españolas que vivimos con libertad y autonomía, dedicamos un día al año a los nietos; desde el desayuno en un local público hasta dejarlos en su cama a dormir. Cuando son pequeños les acompaña el hijo o hija de la abuela; cuando son mayorcitos no. Más tarde depende de la relación que tengamos con ellos.


Las actividades del día se programan con antelación, atendiendo a los deseos y motivaciones que van diciendo los nietos. 




(Casi siempre se  incluye visitar un «paraíso de juguetes», con objeto de hacerles un buen regalo, cumplir sus deseos.)



A nuestros nietos dedicamos todo el día, pero los cuidan  y atienden sus necesidades sus progenitores, nosotras solo queremos disfrutar con ellos y dedicarles todo el amor que nos queda. Los nietos, después de flipar un día entero, vuelven a casa con un buen regalo conmemorativo. 

 

Les gustó el cuento, se lo creyeron y hablaron de ello en nuestra ausencia. Menos mal que a mi hijo se lo comenté y en el interrogatorio que nos hicieron al regreso explicó, en perfecto ingles, la «tradición», a la que añadí que era el momento de dejar atrás los juguetes caducados. Ayan ya sabía de esta condición y habíamos acordado cuales serían en esta ocasión  


 Con esta excusa el programa que le ofrecí a Ayan, mi nieto, que vive en Georgia, acompañado de su padre, mi hijo, incluía una visita al «Mundo LEGO». Estuvimos allí más de cinco horas y ni el padre ni el hijo mostraban signos de cansancio. A la hora de comprar el LEGO, con decenas de opciones donde elegir, Ayan no sabía ni por donde empezar el recorrido. Descubrió un Ninjago, al poco otro más, aviones, motos naves espaciales y artefactos desconocidos para mí, llegó a la estantería dedicada a los Ninjago, el crío flipando, tuvo que ir descartando unos cuantos para quedarse finalmente con dos y tomar una decisión, dejar a uno de ellos en el mundo de los sueños y los deseos.

 

 

Así fue aparentemente, porque yo adquirí los dos, ocultando el descartado que más tarde me permitió darle otra sorpresa: que los deseos se cumplen, que los sueños son posibles y darle las buenas noches con un beso. A su lado los dos Legos.

 

 Quedamos para celebrarlo nuevamente dentro de un año. 


            Carmela Galvez, Febrero 2022




 

PRESAS (*) Las mujeres somos presas de los depredadores allá donde nos encontremos. En la calle, en los transportes públicos, en las escu...