Ir al contenido principal

La lucha de las mujeres socialistas en el seno del partido

Me pide una amiga militante del Psoe, cuyo nombre omito para no causarle problemas,  que le ayude a difundir este texto, elaborado por Eusebio Lucía Olmos y otros.

Es muy importante que se sepa la lucha que las mujeres hemos tenido que mantener para lograr una cuota de participación aceptable, que nos permitió llegar a la situación actual, que no siendo aun la deseada al menos permite albergar esperanzas en que es posible que algun dia no sea precisa la existencia de las Secretarias de Igualdad, porque toda la organización tenga asimilado que los hombres y las mujeres somos equivalentes, que nos diferenciamos por cualidades y preparación...
Hemos ganado batallas, pero no hemos logrado todavía la victoria. Por el momento las mujeres suelen ser designadas por los hombres... muy pocas son elegidas, no se fomenta el  liderazgo. 

El texto: 

EL FEMINISMO SOCIALISTA EN ESPAÑA
¿CÓMO ES CONCEBIBLE QUE, TRAS CIEN AÑOS DE POTENCIACIÓN DE LA MILITANCIA FEMENINA, SE MARGINE AHORA A MUJERES QUE NO PIENSAN COMO LOS QUE DIRIGEN LA ORGANIZACIÓN?

Las Agrupaciones Femeninas Socialistas (GFS), fueron constituidas a partir de 1902 para divulgar el socialismo entre las mujeres, estimular su espíritu asociativo y luchar por leyes protectoras de las obreras y los niños. En 1908 ingresaron en el PSOE, manteniendo siempre fuertes lazos con las Juventudes Socialistas. Anarquistas y comunistas se mostraron más reacios a la existencia de grupos femeninos en su seno, retrasándose su aparición a los últimos tiempos republicanos, y su desarrollo a la guerra civil, cuando sirvieron para organizar la acción femenina en la retaguardia.

Una vez admitido el derecho de la mujer a un trabajo remunerado, su ejercicio se limitaba a considerar la ocupación femenina como subsidiaria de la del esposo, transitoria en la duración, compatible con los deberes familiares y limitada en las opciones profesionales a aquellas que no contravinieran las cualidades naturales de la mujer ni las exigencias de la maternidad. Esta situación llevó al aumento de las obreras de fábricas, sobre todo en el sector textil a partir de la Gran Guerra, seguido del alimentario y el tabaquero, así como, al crecimiento de determinados empleos cualificados del sector terciario: a las tradicionales maestras se vinieron a unir telefonistas, mecanógrafas, cajeras, funcionarias, secretarias, profesoras de segunda enseñanza. Y algunas abogadas, escritoras, periodistas, doctoras…

La dirección del partido, compuesta por varones de 50 y 60 años, se encontró con la aparición de los grupos de jóvenes y mujeres que fueron tolerados no sin ciertas reticencias y que, aunque situados al margen del poder orgánico, no se oponían a la disciplina dictada, pero poseían iniciativas propias para potenciar el partido y ver crecer la afiliación. Asumieron las recomendaciones internacionales en relación a la militancia juvenil y femenina, mientras que el temor a la disidencia y al radicalismo, así como el menosprecio consciente o no hacia otros sectores que no respondieran al ideal del obrero maduro militante, provocaron los celos de la directiva hacia los recién llegados. De hecho, el partido no concebía aún a las mujeres como destinatarias de su propaganda por carecer de derechos políticos, y considerar que la militancia era un hecho masculino.
En un principio, las mujeres que desearan integrarse en el Partido Socialista no serían admitidas en la Agrupación Socialista local, sino en las Juventudes, con independencia de su edad. Eran de este modo consideradas como eternas menores de edad, y alejadas del centro masculino y adulto de la dirección del partido.

El partido propició desde sus primeros programas una educación de la mujer similar a la del hombre, defendiendo “la enseñanza integral para todos los individuos de uno y otro sexo”, lo que facilitaría la emancipación femenina. Según su reglamento, redactado en agosto de 1910, se proponían “educar a la mujer para el ejercicio de sus derechos y la práctica de sus deberes sociales, con arreglo a los principios de la doctrina socialista”. Es decir, planteaban su intención de formar defensoras políticas del ideario socialista, dentro del marco permitido por sus derechos y deberes recogidos por la legislación y las costumbres impuestas, desplegando campañas de reivindicación política de clase y extensión cultural, pero utilizando su posición de madres y “educadoras” en el seno de las familias, papel que obsesionaba a los líderes obreros. Su segundo objetivo consistía en organizar a las trabajadoras en sociedades de oficio para hacer frente a los abusos de la patronal, perfilándose así el Grupo como órgano defensor de los derechos laborales de las mujeres.

Para otros, el desarrollo de una conciencia política entre las mujeres se convertía en un hecho imprescindible debido a la notable influencia que éstas tenían en sus hogares, pues la idea de que las conciencias femeninas estaban controladas por el cura asustaba a los socialistas. “Hay que arrancar a la mujer de las garras del cura que la fanatiza, y de la ignorancia que entenebrece su espíritu. Y para conseguir esto preciso es que la llevemos a nuestros centros, interesándola en la propaganda y en la organización” (El Socialista, 1 de mayo de 1911).

Incluso otros militantes, más conservadores aún en lo referente al sistema de género, eran contrarios a que las mujeres accedieran a la educación superior y a que desempeñaran puestos de trabajo hasta entonces reservados a los varones, alcanzando su discurso un agresivo tono antifeminista. Fue el caso del madrileño Luis Pereira, vocal del Comité Nacional del partido, quien, el 29 de abril de 1910, escribió en El Socialista un sonoro artículo titulado “¿Quién nos coserá los calcetines?”, en el que rechazaba la posibilidad de que se permitiera a las mujeres el acceso a una instrucción suficiente para desempeñar trabajos fuera del hogar y desarrollar una conciencia crítica con los valores establecidos. Y había militantes que iban más allá, condenando la corriente feminista emergente y el desarrollo de preocupaciones políticas por parte de las mujeres, siendo únicamente aceptable el asegurarse un trabajo honrado y digno. Que evitara que cayesen en la prostitución o que desempeñasen trabajos inadecuados, pero no el que pretendieran conseguir derechos políticos.

Pero, la prueba de que ya existía un nutrido grupo de mujeres que no se resignaba a ser felices cogiendo “con placer el estropajo, la bayeta y la escoba”, es la respuesta que una militante del feminismo socialista catalán, Amparo Martí, publicaba el 15 de mayo de 1910 en el semanario Vida Socialista, titulado “Cómo se arreglará lo de los calcetines” y dirigido expresamente a Pereira. El texto recogía una auténtica reivindicación feminista en defensa de su derecho a la independencia económica, afirmando que en un futuro, donde haya triunfado el socialismo, esto no será necesariamente un problema para los hombres, ya que lo que antes ocupaba en gran medida el tiempo de las mujeres será solucionado por la existencia de máquinas creadas a tal efecto.

Efectivamente, la subsistencia obligaba a las mujeres al trabajo en el taller, en la fábrica o a domicilio, a pesar de la oposición del elemento masculino que veía amenazado el sistema de géneros vigente. Esta incorporación creciente al espacio público, al mundo del trabajo remunerado, visible u oculto tras el trabajo a domicilio a destajo, fomenta el desarrollo de preocupaciones de clase y acelera la conquista de ese mismo espacio no sólo para producir, sino también para protestar. Su participación cada vez más frecuente en manifestaciones, mítines y campañas, que se alejaba ya mucho de la de aquellos estallidos ocasionales de violencia en los primitivos motines en defensa la contención del precio de las subsistencias, supuso un antecedente revelador y ejemplarizante para las trabajadoras dispuestas a luchar por sus derechos durante el siglo XX.

Y no obstante llevar más de un siglo de reivindicaciones, nos tememos que aún hoy, por esos pueblos pequeños y alejados de los órganos de dirección del Partido, siga habiendo mujeres capacitadas que están siendo excluidas del ejercicio de la política por compañeros que se tienen por guardianes de las esencias machistas. A las correspondientes Secretaría Generales Provinciales les corresponde reconducir este atropello que perjudica a nuestra Organización.

Comentarios

Entradas populares de este blog

No estoy muerta, estoy callada

Desde mediados de febrero mi hijo, que vive en Estados Unidos, empezó a recibir mensajes de personas desconocidas, dándole el pésame por mi muerte.  Pensamos que podría tratarse de una broma macabra y le pedí que me enviara los mensajes; entre los remitentes reconocí a algún ex compañero de Partido. Me resultan despreciables este tipo de bromas agresivas y pensé en escribirles algo. Al cesar los mensajes se calmó mi rabia. Hace unos días me encontré con uno de ellos en la terraza de un bar y fue una escena alucinante. Esa persona me consideraba muerta, había escrito un mensaje precioso a mi hijo sobre su afecto hacia mí, su reconocimiento y había lamentado mi pérdida y se lo comentó a otros compañeros del Partido. Cuando se acercó a mí me dijo: «perdone señora que la mire tanto, es que se parece usted muchísimo a una amiga mía que ha fallecido, se llamaba Carmela». Cuando me quité la mascarilla casi se cae al suelo, se llevó una gran sorpresa, imaginaros, yo resucitada. Me dijo

EL CISNE DE PAPÁ (cuento)

Cuento del cisne de papá. Cuando tu papá era chico, muy chico aún, le regalaron un pollito amarillo, su primer plumaje. Se lo pusieron en sus pequeñas manos que temblorosas lo acogieron  y el pollito se acurrucó en ellas, se refugió de su miedo y al rato estaba dormido. Papá lo mantuvo un rato tranquilo y le intentó dar de comer. Prometió hacerse cargo de sus cuidados y nos lo  llevamos a casa. Una vez allí le dimos su espacio, fuera de la habitación porque no era un peluche. Los tres primeros días presiento que fueron un tormento para el pollito que ya tenía su nombre propio “pollito”; a todas horas lo cogía para introducirlo en sus juegos, lo colocaba en sus castillos, no mezclaba con los peluches, le hacía interactuar con los Playmobil, etc. Los abuelos le fueron enseñando a cuidarlo, a dejarlo vivir y que creciera, que más adelante podría jugar con el pollito, cuando éste se hiciera un poco mas grande  y más fuerte. “Pollito fue relegado a su espacio; cuidado,  alimentado y mir

El Cuento del «Día de la Abuela»

En mi última visita a mi nieto, para argumentar el motivo por el que organicé un día a solas con él, me inventé «una tradición»; cosa que respetan mucho en la familia materna. Les dije que nosotras, las abuelas españolas que vivimos con libertad y autonomía, dedicamos un día al año a los nietos; desde el desayuno en un local público hasta dejarlos en su cama a dormir. Cuando son pequeños les acompaña el hijo o hija de la abuela; cuando son mayorcitos no. Más tarde depende de la relación que tengamos con ellos. Las actividades del día se programan con antelación, atendiendo a los deseos y motivaciones que van diciendo los nietos.  (Casi siempre se  incluye visitar un «paraíso de juguetes», con objeto de hacerles un buen regalo, cumplir sus deseos.) A nuestros nietos dedicamos todo el día, pero los cuidan  y atienden sus necesidades sus progenitores, nosotras solo queremos disfrutar con ellos y dedicarles todo el amor que nos queda. Los nietos, después de flipar un día entero, vuelven a