Este mes, como viene sucediendo desde 1975, se celebra el "Día Internacional de las mujeres trabajadoras", así se determinó. Posteriormente se ha eliminado el calificativo, quizas con la sana intención de abarcar a todas las mujeres sin excepción, pero yo sigo en la idea d e que son las mujeres que optan por la lucha del derecho al trabajo digno las merecedoras de tal conmemoración. Mujeres trabajadoras, con o sin trabajo, en activo o en paro, las que realmente quieren vivir con dignidad y ganarse el sustento. No me parece necesario reconocer ningún mérito a las personas por el hecho de haber nacido con peculiaridades físicas individuales como los ojos azules, o la `piel morena, el color del pelo o el sexo, que son atributos naturales que no tienen por qué marcar diferencias entre los seres humanos.
El mes de marzo, desde unos años al día de hoy, viene dedicándose a "mover mujeres", en la edición de carteles testimoniales, festivales y actos y festejos un tanto frívolos o bien a concentraciones y manifestaciones sin mayor compromiso que la presencia física de cientos de mujeres, a veces utilizadas para el proselitismo de partidos políticos u organizaciones sindicales, que aprovechan la oportunidad para encontrarse con amigas justificándose ante sus maridos, u hombres de los que dependen, porque "es el día de la mujer". Pocas, muy pocas, son las que dedican su tiempo y esfuerzo en seguir manteniendo vivo el espíritu reivindicativo de la jornada.
Por otra parte, las instituciones y partidos políticos han encontrado una manera fácil de contentarnos sumándose a la marea de las mujeres, con discursos, premios "a la carta" y eventos vacíos de compromiso real.
Seguimos en condiciones precaria en los trabajos, con sueldos inferiores a los hombres, cargando con las tareas domesticas y trato diferenciado. Sufriendo discriminaciones por razón de sexo cuando no vejaciones por nuestra condición de mujeres.
Como muestra os cuento lo que está pasando en la Junta de Andalucía, con una mujer como Vicepresidenta entre cuyas competencias incluye "la igualdad", con una mujer responsable de la Consejería de Hacienda y la Secretaria General de la Función Pública igualmente regida por otra mujer, pues bien han contratado a una empresa de limpieza que, como casi todas está regida por varones y dedica a las mujeres a los trabajos de limpieza de las oficinas, no veo a hombres en esas tareas, aunque si en mantenimiento de edificios. Las mujeres son explotadas hasta el extremo de no permitirles su actividad sindical. Es fácil hacerlo porque nadie se lo impide.
El caso que traigo aquí afecta a las limpiadoras de la sede de la Secretaria General de la Función Pública en Alberto Lista, Sevilla. Estas mujeres ante los múltiples atropellos que vienen padeciendo han pretendido elegir a una de ellas como enlace sindical y orientar así sus legítimas reivindicaciones, resultado: han despedido a la candidata días antes de poder ser elegida y nombrada legalmente, de manera que se quedan sin fuerza y se asustan. El miedo a perder el empleo, aunque sea precario, es muy fuerte porque de casi todas dependen sus hijos y maridos, muchos de ellos en paro.
Entre tanto la Junta se lava las manos, no es su responsabilidad, pero yo creo que si quisieran, que si la voluntad política fuera verdaderamente proteger a las mujeres no permitírian estas prácticas simplemente retirándoles el contrato. No aceptar a empresas cuyas prácticas no sean modélicas en cuanto al trato a sus trabajadoras, etc... Los funcionarios hemos firmado un escrito que sabemos que es más testimonial que efectivo y ya está.
El slogan oficial de este año dice "Juntas somos más" lo que no aclaran es para que nos sirve ser tantas y tan tontas.
Y acabando este escrito, que ya va siendo largo y podría llegar a serlo mucho más, os traigo el capitulo dedicado a Clara Campoamor, mi ídola, una mujer que ha cambiado el destino de sus congéneres y dejado una profunda huella, que sacrificó su carrera política y algo más en defensa del derecho más básico de la ciudadanía: El voto; derecho que no defendió su opositora, que optó por seguir las directrices del Partido Radical Socialista al que pertenecía, renunciando a sus propios ideales.
Como veis seguimos igual que en los años treinta. No todas las mujeres somos iguales y cada "cuala" hace de su vida lo que las circunstancias le permiten y lo que yo pretendo remarcar es la actitud personal o de lo colectivos múltiples, con objetivos diversos, que las mujeres vamos conformando como un crisol de diversidad que enriquece sin duda a la sociedad. No es lo mismo una asociación dedicada al ocio de mujeres que excluyen la presencia de los varones que un sindicato u organización política, donde el poder se establece en luchas desiguales.
(Esto lo escribo mientras cuido a un niño de dos años para que su madre pueda ir a trabajar hoy sábado, en Semana Santa, en Sevilla) .
El mes de marzo, desde unos años al día de hoy, viene dedicándose a "mover mujeres", en la edición de carteles testimoniales, festivales y actos y festejos un tanto frívolos o bien a concentraciones y manifestaciones sin mayor compromiso que la presencia física de cientos de mujeres, a veces utilizadas para el proselitismo de partidos políticos u organizaciones sindicales, que aprovechan la oportunidad para encontrarse con amigas justificándose ante sus maridos, u hombres de los que dependen, porque "es el día de la mujer". Pocas, muy pocas, son las que dedican su tiempo y esfuerzo en seguir manteniendo vivo el espíritu reivindicativo de la jornada.
Por otra parte, las instituciones y partidos políticos han encontrado una manera fácil de contentarnos sumándose a la marea de las mujeres, con discursos, premios "a la carta" y eventos vacíos de compromiso real.
Seguimos en condiciones precaria en los trabajos, con sueldos inferiores a los hombres, cargando con las tareas domesticas y trato diferenciado. Sufriendo discriminaciones por razón de sexo cuando no vejaciones por nuestra condición de mujeres.
Como muestra os cuento lo que está pasando en la Junta de Andalucía, con una mujer como Vicepresidenta entre cuyas competencias incluye "la igualdad", con una mujer responsable de la Consejería de Hacienda y la Secretaria General de la Función Pública igualmente regida por otra mujer, pues bien han contratado a una empresa de limpieza que, como casi todas está regida por varones y dedica a las mujeres a los trabajos de limpieza de las oficinas, no veo a hombres en esas tareas, aunque si en mantenimiento de edificios. Las mujeres son explotadas hasta el extremo de no permitirles su actividad sindical. Es fácil hacerlo porque nadie se lo impide.
El caso que traigo aquí afecta a las limpiadoras de la sede de la Secretaria General de la Función Pública en Alberto Lista, Sevilla. Estas mujeres ante los múltiples atropellos que vienen padeciendo han pretendido elegir a una de ellas como enlace sindical y orientar así sus legítimas reivindicaciones, resultado: han despedido a la candidata días antes de poder ser elegida y nombrada legalmente, de manera que se quedan sin fuerza y se asustan. El miedo a perder el empleo, aunque sea precario, es muy fuerte porque de casi todas dependen sus hijos y maridos, muchos de ellos en paro.
Entre tanto la Junta se lava las manos, no es su responsabilidad, pero yo creo que si quisieran, que si la voluntad política fuera verdaderamente proteger a las mujeres no permitírian estas prácticas simplemente retirándoles el contrato. No aceptar a empresas cuyas prácticas no sean modélicas en cuanto al trato a sus trabajadoras, etc... Los funcionarios hemos firmado un escrito que sabemos que es más testimonial que efectivo y ya está.
El slogan oficial de este año dice "Juntas somos más" lo que no aclaran es para que nos sirve ser tantas y tan tontas.
Y acabando este escrito, que ya va siendo largo y podría llegar a serlo mucho más, os traigo el capitulo dedicado a Clara Campoamor, mi ídola, una mujer que ha cambiado el destino de sus congéneres y dejado una profunda huella, que sacrificó su carrera política y algo más en defensa del derecho más básico de la ciudadanía: El voto; derecho que no defendió su opositora, que optó por seguir las directrices del Partido Radical Socialista al que pertenecía, renunciando a sus propios ideales.
Como veis seguimos igual que en los años treinta. No todas las mujeres somos iguales y cada "cuala" hace de su vida lo que las circunstancias le permiten y lo que yo pretendo remarcar es la actitud personal o de lo colectivos múltiples, con objetivos diversos, que las mujeres vamos conformando como un crisol de diversidad que enriquece sin duda a la sociedad. No es lo mismo una asociación dedicada al ocio de mujeres que excluyen la presencia de los varones que un sindicato u organización política, donde el poder se establece en luchas desiguales.
El triste fin de Clara Campoamor
El 30 de Abril de 1972 moría en Lausana, en Suiza, exiliada, nostálgica y en soledad,
Clara Campoamor, la diputada radical durante la Segunda República que se partió
la cara por el sufragio universal. No paró hasta conseguirlo, y eso que tenía
enfrente a una compañera republicana, a victoria Kent, empeñada en que las mujeres no tenían suficiente seso para saber
qué votar. Campoamor se la merendó con un discurso que ha pasado a la historia
parlamentaria.
Aquel monumental triunfo le trajo a Campoamor tremendos
sinsabores, y al final acabó repudiada y humillada por la propia Izquierda
Republicana. Luego llegó el exilio, y la diputada Clara acabó deambulando por
el mundo para ganarse el pan traduciendo textos, escribiendo biografías,
trabajando en un bufete de abogados, juntando algunas perras con conferencias
aquí y allí...
En los años cincuenta intentó volver a España, pero si ya
estaba tachada de roja, añádanle a esto que perteneció a una logia masónica. O
sea, que de regresar, nada de nada, así que el final de su vida le llegó en
Suiza, ciega y enferma de cáncer y melancolía. Pero su deseo no era quedarse
allí. Quiso volver a su país aunque
fuera con los pies por delante. Esto es un decir, porque fue incinerada.
Regresó hecha polvo, en todos los sentidos posibles de la
frase. Sus cenizas llegaron al cementerio de Polloe, en San Sebastián, en mayo,
unos idas después de la muerte, pero en aquel año 1972, con Franco todavía
haciendo de las suyas. El traslado fue absolutamente discreto, sin un solo
reconocimiento. La mujer que había conseguido el voto femenino en España
regresaba en medio del más absoluto silencio social e institucional.
"Menudas Historias de la Historia. ” de Nieves Concostrina
(Esto lo escribo mientras cuido a un niño de dos años para que su madre pueda ir a trabajar hoy sábado, en Semana Santa, en Sevilla) .
Amiga Carmela, estamos peor que en los años 30 porque teniendo derechos,no nos dejan usarlos. Un buen post!!
ResponderEliminarPues si, no conseguimos avanzar.
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